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Palacio del Inka: un hotel con cinco siglos de historia en el centro de Cusco

Autor: 
Portal Travel Land

Una piedra única, obras de arte antiguas y gastronomía a base de ingredientes locales son algunos de los elementos que realzan el atractivo de lo que alguna vez fue el Templo del Sol

La primera vez que escuché el nombre del sitio en el que me hospedaría en Cusco, “Palacio del Inka”, pensé que era un homenaje al importante rol del Imperio en esta ciudad. Resulta que estaba muy equivocada y me dí cuenta de ello cuando atravesé sus magníficas puertas de madera y fui recibida por su lobby, que respeta el estilo arquitectónico del virreinato colonial inca.

Al igual que el resto de los integrantes del catálogo de A Luxury Collection, todas las características de esta casona están entrelazadas con el pasado. Ubicado en el 259 de la calle Plazoleta Santo Domingo, la propuesta de este alojamiento combina el legado de un pueblo que trascendió gracias a sus ingeniosas construcciones megalíticas con las huellas de la conquista española y las comodidades del presente. Tras mi visita, puedo decir que esa y otras particularidades podrían ser lo que cautivó a quienes lo eligieron como el Hotel Líder de Perú en los World Travel Awards 2020 y lo que lo ubicó en el primer lugar del ranking “Los 10 hoteles urbanos favoritos de los lectores de T + L en América Central y del Sur” de este año.

Palacio del Inka: un viaje en el tiempo

Llegué a Palacio del Inka a eso de las 6:26 de la tarde, justo después de la puesta de sol. Había estado viajando durante varias horas, así que estaba lista para cenar e irme a dormir. Sin embargo, una vez que atravesé el portal, no pude hacer nada más que escanear todos los detalles de ese lugar.

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Desde la iluminación cálida y tenue hasta los muebles de madera, más tarde aprendería que cada elemento está pensado para evocar el estilo de casona antigua. Y, en mi opinión, funciona porque me recordó a ese par de ocasiones en las que visité la casa de Simón Bolívar en Caracas y el Cabildo de Buenos Aires. Un verdadero hogar con elementos de estilo europeo, simbología nativa y materiales típicos del Perú.

Al día siguiente, mientras paseaba por sus corredores, me encontré con una pieza hecha a mano en una de sus paredes: “Dice la historia: que entre los siglos XIV al XVI esta zona formó parte de la antesala del Templo del Sol QoriKancha (…)”. Ese enigmático mensaje, que es un poco más largo, es una de las pistas que le dan sentido a los muros incas originales que conforman la fachada. Para aquellos que aman los hechos históricos de nicho como yo, aquí hay otro dato alucinante: Palacio del Inka posee una de las paredes de piedra inca más largas que aún se conservan en la ciudad (mide 64 metros).

Dado el rico bagaje del hotel, destaco el tour de arte que su equipo realiza a diario (tanto en español como en inglés) para los huéspedes. Francesca, que forma parte del equipo de concierges, nos explicó que el segundo habitante de este edificio fue Gonzalo Pizarro, hermano del conquistador Francisco Pizarro. Su sucesor, el marqués Juan Salas y Valdez, introdujo cambios como los cuatro bustos que coronan una de las entradas que se encuentran en la calle San Agustín (a la vuelta de la entrada principal). Tal como reza la pintura que mencioné anteriormente, fue él “(…) qvien dio origen a la casona hoy conocida como la Casona de los Cvatro Bvstos (…)”.

No quiero spoilear toda la película, pero no puedo dejar de mencionar algunos datos que me parecieron interesantes como una antigua escultura de la virgen María que está hecha con yeso y cubierta con pan de oro y la campana del primer piso, también conocida como el “timbre” que los conocidos del marqués utilizaban para comunicar su presencia. ¡Ah! Y también está la Piedra de los 8 Ángulos, un pedazo de diorita verde que los incas solo instalaban en lugares especiales. Ahora sí, podemos pasar a la siguiente sección.

Moradas con mucho carácter

Volviendo a ese primer día en Palacio del Inka, hice el check-in y, de camino a mi habitación, me crucé con una serie de puertas azul cielo. Todas ellas pertenecen a las Junior Suites y tienen nombres en quechua como Inti (o “Sol” en español). Cada una tiene una decoración diferente. De hecho, la que le perteneció al marqués, cuenta con una pared que, además de estar pintada a mano por un artista local, tiene una apertura en forma de flor que complementa el resto de los elementos decorativos y enmarca la cama vestida con sábanas de 400 hilos.

Me tocó una de las 78 habitaciones Classic, el estilo más asequible y numeroso del complejo. Sus 23 metros cuadrados albergan una cama de tamaño king, un escritorio para trabajar, tomar café o, en mi caso, comer la ensalada de arúgula que puedes pedir a través del room service, y un baño de mármol con combinación de ducha y bañera. A las 9:48 de la noche me asomé por la ventana y pude ver cómo las luces de las casitas que están dispersas en las montañas hacían que la vista pareciera la foto de un pesebre navideño. 

Otras opciones como la Family Suite y la One Bedroom Suite ofrecen más espacio y amenidades como balcón y/o terraza, así como vistas a la calle, ideal para observar cómo transcurre la vida diaria en Cusco, o a uno de los patios interiores, donde las fuentes centrales y las flores crean un ambiente sereno.

Palacio del Inka: una mix de cultura, arte y sabores andinos

Al igual que el resort Tambo del Inka, Palacio del Inka tiene un catálogo de experiencias que incluye opciones como tours por Cusco, las salinas de Moray y la montaña de los 7 colores. No obstante, el que se cree que fue el hogar de Pachacútec, el noveno gobernador inca, le pone sabor a las cosas con alternativas diferentes.

Durante mi estadía, tuve la oportunidad de pintar mi propio candelero con forma de alpaca en Mantay, la galería de arte moderno que está dentro de la mansión. Rodeada de obras de creadores de todo el país y de las madres adolescentes que viven en las casas regentadas por la galería, Marcelino me sugirió que añadiera algunas ramas a mi diseño. Yo, por supuesto, seguí su consejo de manera diligente.

Otra actividad que disfruté muchísimo fue la degustación de pisco sour, que forma parte de Be Epicurean. Si bien el producto final es sabroso, esta masterclass fue divertida gracias al poder de storytelling de Darwin, el head bartender del bar Rumi. No solo se toma su tiempo para explicar los verdaderos colores de este clásico peruano, sino que también agrega algo de intriga al preguntarle (nos) a los comensales por qué decora las bebidas con una “L” o cuáles son los tres tipos de pisco que existen. Si no te diste cuenta, no me gustan los spoilers, así que, si quieres conocer las respuestas, tendrás que estar en Rumi a las seis en punto.

La degustación de papas nativas, que estuvo a cargo del chef ejecutivo Carlos Atausunchi, y la carta regular del restaurante Inti Raymi, también merecen ser parte de esta nota… Especialmente aquella ensalada de arúgula, el salmón rosado acompañado con tagliatelle y salsa de camarón y el postre de cacao.

El verdadero encanto de la Casona de los Cuatro Bustos

Quienes me conocen bien saben que soy fanática de aquellos hechos que son lo suficientemente interesantes como para mencionarlos en una conversación con amigos. En ese aspecto, todos los fragmentos que forman parte de la historia Palacio del Inka no me decepcionaron e hicieron mi estancia mucho más entretenida. La gente, tanto dentro como fuera del hotel, también hizo que mi primera vez en Cusco fuera muy especial. Como dijo Elliott, uno de los camareros de Inti Raymi, este lugar es «más tranquilo» y «mucho más bonito» que otros. Y creo que tiene razón.

Fuente: travelandleisure-es.com

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