Porque no hay nada más atractivo que dormir, catar y pasear entre cepas sin salir de estos hoteles de España.
Hoteles entre viñedos hay muchos. No en vano, España atesora la mayor extensión de vides del mundo. Lo que no es tan común es encontrar alojamientos donde el vino no solo se cata, sino que se elabora. En estos proyectos, los blancos y los tintos son protagonistas de todo: desde las vistas en las habitaciones hasta los ajetreos de la vendimia.
Hotel Peralada Wine Spa & Golf
Hedonismo en vena. Eso es lo que se siente en el Hotel Perelada, en el Alt Empordà (Girona), un lujoso establecimiento donde desconectar (pero de verdad) de todo y guiarse solamente por el mundo de los sentidos y lo que provoca placer, ya sea dentro del universo de la gastronomía, recreándonos con paseos que transportan a la Edad Media, relajándonos en un wine spa o sintiendo la hierba recién cortada del campo de golf.
La nueva bodega es también un alarde de sensualidad, aunque, al mismo tiempo, está pensada y concebida para trabajar de la forma más eficiente. Pero a nadie se le escapa que todo está calculado para despertar el mayor goce mientras se aprende sobre la cultura del vino y, especialmente, en lo que toca al paisaje. Un viñedo nuevo, a su lado, complementa las experiencias en las que se visitan otras viñas que son símbolos de la bodega, como Finca Garbet o Finca Malaveïna. Cada una de las parcelas singulares tiene su propio espacio y protagonismo en esta nueva bodega, en una zona que han llamado el Templo, dedicada a la investigación y a la creación de los vinos con más identidad y las colecciones especiales. En realidad, todo el espacio tiene ese aire de antiguo santuario, de lugar en el que se conecta con otras energías y que, en este caso, completa una experiencia enoturística única.
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Terra dominicata
El nombre de este hotel que abrió sus puertas en 2018 en el Priorat (Tarragona), Terra Dominicata, hace referencia a la expresión que se usaba en la Edad Media para designar las “tierras bajo dominio de un señor”. En este caso, el señor de estos lares era, en realidad, varios señores, pues estos terrenos pertenecían a los monjes de la Cartuja de Scala Dei, situada a muy pocos kilómetros de aquí. El rey de Aragón, Alfonso II, concedió a los monjes cartujos de la Provenza este territorio a los pies del Montsant para fundar su monasterio (y, de paso, comenzar a ocupar la zona que ya había ganado a Al-Ándalus).
El Mas del Tancant, la masía donde vivían los campesinos que trabajaban las tierras de los cartujos, se recuperó del estado de ruina en que el paso de los siglos la había dejado, y ahora es un cinco estrellas de 26 habitaciones, perfecto para alejarse del resto del mundo, imitando a los antiguos frades pero con todas las comodidades y elementos hedonistas a los que ellos renunciaban. La bodega estaba prevista también desde el principio y cuando se estaba construyendo se tuvieron que parar las obras. La causa no tuvo nada que ver con el vino sino con un águila perdicera que anidó al lado y, al estar protegida, obligó a detener la restauración durante seis meses. No le guardan rencor y, de hecho, uno de los vinos que elaboran aquí lleva por nombre Domus Aquilae, en recuerdo de aquel episodio. Alrededor del hotel están las viñas: 22 hectáreas de viñedo (con variedades como garnacha, cariñena, merlot o cabernet sauvignon) en pleno Parque Natural del Montsant, que se cultivan de manera ecológica y sostenible.
Abadia Retuerta Ledomaine
En LeDomaine de Abadía Retuerta (Valladolid), el hotel se ha construido directamente en el propio edifico de la antigua abadía y detrás de todo el proyecto también hay una historia fascinante. Los muros que hoy albergan este hotel fueron, en su día, uno de los monasterios que se levantaron el valle del Duero tras la hegemonía en la zona del ejército musulmán. El derecho de construcción, allá en el siglo XII, fue acompañado de un importante donativo en tierras y viñas. El paisaje de viñedo dominó todo durante varios siglos. Hoy también abundan sí, pero llegaron a desaparecer.
Abadía Retuerta resurgió como proyecto de recuperación de ese viñedo, por lo que cuando entramos en la finca, lo que vemos se parece mucho más a lo que había hace setecientos años que a lo que hubo hace setenta. Ese proyecto incluía una bodega (ubicada al otro lado de la finca) y el hotel de lujo en el que todo está pensado para el deleite sensorial. El viñedo, los pinares, el río, las lomas calizas, la piedra tallada del edificio... se daban por hecho, así que a eso se sumó la decoración exquisita, las obras de arte, las experiencias relacionadas con el mundo del vino, la cuidada gastronomía y un spa, el Santuario Wellness & Spa, que no para de recibir premios y reconocimientos.
Hacienda Zorita Wine Hotel & Organic Farm
Este hotel-bodega se mira en otro río, afluente, eso sí, del Duero: el Tormes. Y también tiene un pasado de lo más singular. La antigua hacienda medieval, Hacienda Zorita (Salamanca) se convirtió en monasterio, que daba cobijo y manutención a los catedráticos de la Universidad de Salamanca y a cualquier visitante honorable que estuviera de paso... pongamos, por caso, Cristóbal Colón o Fray Diego de Deza. El tiempo la convirtió en una fábrica de harinas, en una hacienda molinera, que acabaría incendiándose y, luego, en ruinas. Cuando una inmobiliaria pensó derruir todo y construir adosados, The Haciendas Company adquirió la propiedad y le devolvió el esplendor de otras épocas y recuperó la tradición de las haciendas bodegueras, adaptando todo a los nuevos tiempos.
Hoy es un hotel de lujo que cuenta también con villas; un restaurante basado en la filosofía slow food y en el que los productos de los platos salen de la granja y de la huerta de la finca; y una bodega diseñada por José María Pérez González, Peridis, que, en homenaje a Cristóbal Colón, ideó una espectacular cubierta para la sala de barricas en forma de nave invertida.
Fuente: viajes.nationalgeographic.com.es